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Cueva Epullán Grande

La Cueva Epullán Grande es un yacimiento bajo roca, con arte rupestre (los más antiguos de la Patagonia Norte) y de carácter multicomponente, con una secuencia que abarca desde el Holoceno hasta tiempos históricos.

La Cueva Epullán Grande está ubicada al Sur de la Provincia del Neuquén, en un ambiente estepario de la cuenca del río Limay medio, en el Noroeste de la Patagonia.

Se encuentra muy cercana a nuestra localidad, a unos 50 kilómetros, en la estancia “El Campanario” del departamento Collón Cura.

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Las excavaciones allí realizadas, revelaron una secuencia de casi 10.000 años de antigüedad. Se estudió el material lítico, la fauna, los macrovegetales, las prácticas funerarias y los sistemas regionales de asentamiento-subsistencia.

Entre c. 10.000 y 7.100 A.P., la Cueva fue ocupada solo fugazmente, aunque sirvió para inhumar. Luego y hasta c. 5200 A.P. la presencia humana fue algo más intensa. A partir de c. 5200 A.P., el sitio se utilizó como depósito, especialmente de la cactácea Austracactus aff. A.bertinii. A partir de c. 1.100 A.P. y hasta comienzos del siglo XX, a esta función se agregó la de vivienda, pese a que normalmente no hay agua a menos de 1 km.

La Cueva Epullán Grande es un yacimiento bajo roca, con arte rupestre (los más antiguos de la Patagonia Norte) y de carácter multicomponente, con una secuencia que abarca desde el Holoceno hasta tiempos históricos.

El área cuya entrada tiene del piso al techo unos tres metros y de ancho unos cinco a seis metros, una profundidad de siete metros. A muy poca distancia, hay otra cueva más chica y entre ambas una pequeña cavidad, que se llama “La Orqueta”.

La Cueva Epullán Grande fue excavada entre 1988 y 1992 e investigada en el marco del Proyecto de Salvataje Arqueológico e Investigaciones Prehistóricas en el área de Piedra del Águila, acordado entre la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) y la empresa Hidronor S.A. dirigido por la Dra. Amalia C. Sanguinetti de Bórmida, motivado por la construcción de la Represa Piedra del Águila. Desde esa fecha hasta la actualidad científica de diversas instituciones nacionales, dirigidas por el DR. Eduardo A Crivelli (CONICET) abordaron diversas líneas de investigación vinculadas a las ocupaciones prehistóricas e históricas, la tecnología lítica, el uso del espacio con diversos fines a lo largo del tiempo, y la explotación de recursos vegetales y el relevamiento del arte rupestre, entre otros temas.

La arqueóloga Mabel Fernández contó que, al investigar el sitio, se corroboró la antigüedad del poblamiento en ese lugar, que fue a comienzos del Holoceno, una etapa postglaciar. “En los estratos más antiguos hay puntas de proyectil y otros instrumentos que utilizaban para la caza y el procesamiento de las presas. Y el recurso que ellos más explotaban en la estepa era el guanaco”, señaló.

Resaltó que uno de los datos más novedosos de Epullán Grande son los grabados. “Lo que aportó esta cueva son esas expresiones simbólicas que aparecen muy tempranamente en el piso de roca. Estos grabados son de los primeros que hay en la zona. Se trata de líneas, no son figurativos.  También hay grabados en las paredes mucho más recientes (unos 2700 años) donde se pueden reconocer grabados de pisadas”, apuntó.

Los vestigios de la cueva de Neuquén también guardan secretos sobre cómo el clima se fue modificando. “Los estudios de los registros de polen de la cueva nos permiten ver cómo ha variado el clima a lo largo de esos 10 mil años. Según los datos obtenidos, hace 10 mil años el clima era un poco más húmedo y después fue tomando las características que conocemos actualmente en la estepa (esas características ya estaban definidas hacia el 5 mil, las condiciones eran ya casi como las actuales)”.

Los descubrimientos permitieron cotejar que el guanaco fue el componente principal de la dieta de los ocupantes de la cueva durante todo el Holoceno. La cueva neuquina constituye casi un túnel del tiempo, que con sus múltiples vestigios dejó pistas sobre los diferentes usos a lo largo de los años. “Se usó para inhumar (el entierro más antiguo data de unos 7 mil años). Después, la parte central de la cueva se usó para almacenar cactus. En época más reciente, se utilizó como un lugar de habitación. y tiene mucha documentación de las actividades de ese momento. Es decir, con el paso del tiempo ha variado el uso de la cueva”, dijo.

También cambiaron los materiales utilizados. “Las tradicionales cuentas que hacían sobre valva de algún molusco o sobre piedra (con materiales nativos) fueron reemplazadas en épocas históricas por las cuentas de vidrio que son las que se intercambiaban con la sociedad hispanocriolla”, comentó la arqueóloga.

La última vez que estuvieron en el lugar -contó Mabel Fernández-  fue en 2019 y estuvo centrado en el relevamiento del arte a través del equipamiento traído por los investigadores españoles (láser escáner y cámaras para fotogrametría).

En el equipo de 2019, además de la doctora Fernández, participaron Marcelo Vitores, Vicente Bayarri, Pablo Arias, Jesús Herrera, Pablo Azar, Luis Teira y Pablo Arias, catedrático de la Universidad de Cantabria, director del proyecto binacional.

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Neuquén - Argentina

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